Había una vez un hermoso caballero que miro mi alma y mi corazón, mi sonrisa y el brillo infinito de mis ojos.
Un día llegó a mí en silencio, me miraba, contempla cada letra que escribía reía otras veces lloraba, imagino que al leer sentía el sentir de mis letras y así poco a poco se llenó de mi tierna esencia, curando poco a poco con mi luz y mi dulzura todas sus dolencias.
Y así muy pronto su corazón comenzó a latir y se dió cuenta que era mi alma a quien amaba, no tardó en decirlo, y lo demostró con toda la belleza y delicadeza que su corazón sentía al saber que me amaba con tanta calidez y mi alma se reflejó en la suya y junto a él nos hicimos una sola alma llena del amor más puro iluminado por Dios.
Así paso el tiempo y nos amábamos cada día más sin saber que el destino nos iba a separar, pero nuestro amor es tan fuerte que desafío todo obstáculos y una fuerza divina nos unió nuevamente para juntos estar, aunque no me recuerde. Cada día lo vivo al máximo y cada segundo disfrutó su hermosa compañía, su bella risa y cada hermosa palabra que sale de su corazón, porque él es un ser noble, sincero y sobre todo verdadero, es mi ángel, mi alma bonita, el hombre que amo con toda mi alma, y junto a él camino todos los días, tomados de las manos, del alma y el corazón y de la vida. A Dios cada día agradezco con habernos unido de nuevo, y sin esperar un mañana vivimos día día lo que la vida y el universo con amor y bendición nos regala, porque cuando el amor es puro, limpio y verdadero nada lo destruye y con cada obstáculo se hace más fuerte e invencible y nada lo detiene. A ti mi ángel hermoso te dedico estás letras con todo mi amor y con toda mi vida, con sentimiento y una gran ternura, sí esa semilla de cerezo que cultivaste en mi corazón ha dado el jardín más bello en éste corazón. Te amo eternamente mi amor. (M.A.M)