Cada nuevo día sus ojos buscaban el firmamento, y se perdían en el infinito azul, en medio de un profundo silencio, en una brisa suave y ligera se acomodaron miles de suspiros y montados sobre una nube blanca volaron muy lejos en busca de ese corazón amado dueño de aquellos suspiros que poseían la magia infinita de los sueños más dulces y tiernos.
En medio de aquel silencio lleno de suspiros también iban oraciones para colgarlas en su pecho, muy cerquita de su corazón y de su alma para vestirlo con amor mientras ella llega a su lado, y ese momento tan esperado sea como un sol naciendo en el horizonte de nuestras vidas, creando amaneceres en nuestros ojos en cada despertar y verlo en tu cielo y en tu mar ese par de luceros que adornan tu carita y reflejan el brillo del amor que sientes por mí alma enamorada...